Ubicación Exacta

Oradour-sur-Glane, el pueblo mártir de la II Guerra Mundial del sur de Francia

Cerca de Limoges, las ruinas de Oradour-sur-Glane permanecen como un símbolo de la memoria histórica.

Oradour-sur-Glane
Foto: Shutterstock

En la plaza central de Oradour-sur-Glane se levantan los restos de un Citroën. Alrededor, permanecen las ruinas de bares, escuelas, hoteles y casas de los vecinos del pueblo francés, que en 1944 sufrió uno de los acontecimientos más tristes y violentos de la historia. El 10 de junio de ese año, cuatro días después del desembarco de Normandía, una división de las Wafen-SS alemanas asesinó a toda la población de Oradour-sur-Glane, con un total de 643 víctimas. Sus calles y edificios quedaron completamente en ruinas.

 

Según el testimonio de los pocos civiles que sobrevivieron, los militares reunieron a todos los hombres en la plaza del mercado, donde fueron asesinados con metralletas, y encerraron a mujeres en la iglesia, que dinamitaron e incendiaron. La unidad de las SS permaneció en el pueblo hasta el día 13, tres días en los que acabó con la vida de todos los vecinos y arrasó con sus edificios.

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Oradour-sur-Glane
Foto: iStock

Aunque Oradour-sur-Glane no tenía ninguna implicación directa con la guerra y era irrelevante desde el punto de vista militar, sufrió uno de los episodios más violentos en manos de las tropas alemanas, quienes querían aterrorizar a la oposición de la población civil y la acción de los partisanos y guerrilleros, agrupados en Francia. 

 

Con el fin de la guerra en 1945, Oradour-sur-Glane permaneció intacto como "pueblo mártir", pues el general Charles de Gaulle ordenó que no se reconstruyera "para que nunca más se produzca una desgracia semejante". Un año después, se convirtió en Monumento Nacional.

Oradour-sur-Glane
Foto: iStock

Ubicado cerca de la ciudad de Limoges, en la actualidad se ha convertido en un símbolo que puede visitarse gratuitamente. Varias imágenes y paneles informativos narran los hechos y permiten contextualizar la masacre dentro de la Segunda Guerra Mundial.  

 

Los carteles que invitan a hacer silencio comparten espacio con placas conmemorativas que cuelgan de las paredes en ruinas del pueblo, y que recuerdan a los vecinos del pueblo. En la iglesia, una campana fundida es el símbolo del horror de la matanza de Oradour.